Tengo que pedirte perdón.

Tengo que pedir perdón a los ciclistas

Siempre traigo el mejor contenido exclusivo para ti.

Pero hoy quiero hablar de natación.

(Aunque si eres triatleta, sí que te va a interesar lo que te voy a contar)

Desde febrero de este año estoy trabajando en un club de triatlón en Tokio.

Y los inicios fueron duros.

Otra cultura, gente nueva y además extranjero, así que poca ayuda.

Lo que más me sostuvo de la situación fue tener paciencia, buenos amigos y una pareja que me apoya siempre.

Y por fin, (tras mucho trabajo) empiezo a tener las responsabilidades que yo quiero.

Tengo a mi cargo el grupo de avanzados

Cuya misión es alcanzar el nivel suficiente para competir en élite.

No es una tarea fácil, pero me ilusiona mucho.

Estoy analizando miles de datos y hablando con los chicos todo lo que puedo.

Para mí es una prioridad que mis deportistas me digan lo que sienten y no lo que creen que quiero oír.

Y algo que me di cuenta desde el principio fue que por más que nadasen horas y horas, no había mejoras significativas.

Nadar no es como la bici o correr, no se trata simplemente de echarle horas sentado en un sillín para progresar.

En natación, la técnica ocupa un 70-80 % del rendimiento final.

Por lo tanto, tengo la misión de hacerles mejorar mediante ayudas marginales. Y como en mi caso todavía no soy yo quien programa los entrenamientos de natación (algún día lo haré 😉), me toca tirar de otros campos.

De ahí que hoy te hable de la movilidad y la flexibilidad.

Por increíble que parezca, si un gesto no lo puedes hacer fuera del agua, va a ser prácticamente imposible que lo hagas dentro.

Por lo tanto, si estando fuera del agua no eres capaz de estirar el brazo por encima de la cabeza sin que se te doble la espalda, tenemos un problema.

La espalda y los hombros los tienes como las bisagras de las puertas antiguas.

Y otra cosa son los pies.

La mayoría los tiene como un ancla. Incluso hay algunos que van casi rascando el fondo con las uñas (estoy exagerando, pero esto pasa)

El pie es mucho más importante de lo que parece, ya que te permite apoyarte en el agua para iniciar la rotación de la cadera y no al revés.

No se trata de dar patadas “a lo loco”, golpeando el agua con los pies y las espinillas, sino de utilizarlos como un punto de apoyo sutil y eficaz, que te impulse sin que tu cuerpo se salga de la línea frontal.

¿Cómo mejora tu rendimiento esto?

Evitas crear excesiva resistencia y logras un avance mucho más limpio.

Esto son solo dos ejemplos, pero estoy aplicando muchos ejercicios diferentes con los chavales. Y el cambio ya se nota, mucho.

Hemos conseguido que cuando naden, tengan una menor sensación de esfuerzo.

Antes nadaban prácticamente con un corsé, limitados por su propio cuerpo y gracias a la movilidad han conseguido ser mucho más rápidos.

Si tú también te sientes incómodo dentro del agua, crees que tienes mucho rango de mejora o sientes que no avanzas pensando que lo estás haciendo bien…

Te dejo por aquí un programa cerrado de movilidad que tenía guardado.

Lo he sacado del baúl de entrenos top, he soplado el polvo y te lo dejo por aquí.

🏊🏻 Si te interesa, échale un ojo haciendo clic aquí

Muchas horas de estudio y práctica condensado y resumido en 8 semanas de entreno.

Obviamente, no serás Michael Phelps, pero te garantizo que el más rápido de tus compañeros si serás

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